Morretes (y II)
El viaje en tren de Curitiba a Paranguá (en la costa) es el más famoso trayecto de todo Brasil (de hecho es una de las pocas lineas que todavía transportan pasajeros). El tren cruza la Serra Verde, y la fama viene por el espectacular bosque de mata atlántica que atraviesa y por lo osado de su trazado, con muchos túneles y puentes, y constantemente al borde del abismo. El tren pasa por Morretes, que está bastante cerca de la costa, porlo tanto nosotros hicimos casi toda la ruta. El viaje en tren es más caro y más lento que en autobús, por lo tanto es "solo para turistas". Mucha gente va en tren y vuelve en autobús, nosotros lo hicimos al revés (pues mira qué bien), secretamente abrigábamos la esperanza de que por la tarde el tiempo fuera mejor y tener más visibilidad, aunque creo que era igual de malo que por la mañana. Yo cuelgo aquí algunas fotos pero no son nada buenas, si queréis ver las fotos típicas, y otra descripción del trayecto picad aquí.
Como decíamos ayer, estaba lloviendo cuando fuimos a la estación, allí esperamos una media hora hasta que llegó nuestro tren. Después de algunas dudas con los vagones nos sentamos y como iba medio vacío, los ¿tripulantes? nos dijeron que nos pusiéramos todos en el lado bueno (la derecha cuando se vuelve a Curitiba), y a nosotros hasta nos cambiaron a otro vagón porque la ventanilla estaba atrancada y no la podíamos abrir. Con gran parsimonia (que sería constante) el tren se puso en marcha y dejamos Morretes atrás y empezamos a subir en dirección a la sierra.

estábamos casi al final
Evidentemente, el día no acompañaba mucho, pero aquí si esperáramos al buen tiempo para hacer las cosas nos daría la fecha de vuelta y aún estaríamos mirando por la ventana de casa. A pesar de que llovía un poquiiito se puede apreciar que el bosque es muy muy húmedo y muy muy cerrado; eso sí, animales no vimos ninguno. Según se va subiendo la cosa se anima, y también se pasa por algunos apeaderos (jeje, "apeaderos") y parece ser que hay algunos senderos para hacer el cabra, solo que a mí con ver los pocos trozos de camino que vi y la lluvia y el barro y todo eso se me quitaron las ganas de meterme en semejante berenjenal. Aunque los hay que no son de la misma opinión:

Palabras textuales gritando como locos
Y así se sigue, subiendo y subiendo, se pasan túneles y el trayecto tiene algunos puntos especialmente espectaculares, como una gran cascada que se ve al otro lado del valle (si se ve bien debe mejorar bastante, supongo), el sitio que tiene la mejor vista y que viene justo después de un túnel (los tripulantes te avisan "preparad las cámaras cpara cuando salgamos del túnel") y este puente de la foto, desde el que me imagino que se verá el mar en los días claros, suponiendo que existan, lo cual debe ser tan bonito que la gente hará millones de fotos.

Y bueno, la cosa más o menos sigue esta tónica, de vez en cuando la vía se desdobla y te cruzas con un tren de mercancías, hasta que al cabo de mucho rato sales de un túnel y el panorama cambia totalmente porque has llegado "arriba". Curitiba está en una gran altiplanicie y desde este momento se desciende suavemente hasta llegar a la ciudad y "ya te puedes bajar, chaval". Conclusión: está bien, es bonito, pero con buen día tiene que ser una pasada, lo que pasa es que aquí los buenos días están más buscados que los rovellons (mmm, "rovellons").
Cuando llegamos acompañé a Anka con las cosas que había comprado hasta la parada del autobús y se fue para su casa a preparar la maleta; al día siguiente se fue a Polonia (vamos, eso creo, no lo he comprobado).
Para el próximo post os podéis ir estudiando esto, que por cierto lo he colgado en mi espacio de aquí de la universidad.
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